
CIELO.
Acepto las bendiciones celestiales a mi alrededor cada día.
Puedo experimentar el cielo aquí y ahora, porque es un estado mental que está siempre disponible para mí. El cielo se expresa en mí y a mi alrededor como bendiciones divinas. Experimento el reino de Dios de muchas maneras. Veo bendiciones celestiales en la sonrisa de un ser querido y en la belleza de un atardecer. Las oigo en el rugir del océano y en la risa de un niño.
Las siento en la calidez del sol y en el abrazo de un amigo. Las saboreo en un vaso de agua refrescante y en un tomate maduro. Siento el aroma de las bendiciones celestiales en la fragancia de una flor y en el olor del pan en el horno. El cielo está aquí y ahora. Lo veo, lo oigo, lo siento, lo saboreo y siento su aroma cada día de maneras innumerables.
Mi socorro viene del Señor, creador del cielo y de la tierra.- Salmo 121:2
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